Capitalizar el pasado y preparar el futuro
Las comarcas de Girona representan el 18% del territorio catalán, el 10% de la población y el 9% de los parados, y albergan el 10% de las empresas, con predominio de las microempresas. Más de dos tercios de la ocupación se halla en el sector servicios, en el que destaca el turismo. Es un territorio proporcionalmente menos poblado, lo que potencia el atractivo del patrimonio natural y cultural. En el 2018 recibimos el 19% del total de viajeros y registramos un 21% de las pernoctaciones hoteleras. Las comarcas de Girona representan una parte significativa del territorio catalán, pero de menor entidad en cuanto a población y actividad económica, excepto por su participación destacada en la actividad turística. Desde el 2015, las comarcas han crecido demográficamente, en número de empresas desde el 2013 y en ocupación desde el 2015. El paro se ha reducido seis años consecutivos, hasta dejar el número de parados en una cifra inferior a la del 2008. La construcción ha crecido en ocupación y el número de viviendas iniciadas crece más que la media catalana. Los volúmenes de exportaciones han aumentado sistemáticamente desde el 2010 hasta el 2017, así como también la cantidad de empresas que exportan.
Si estos indicadores pueden extrapolarse al futuro, las comarcas parten de una base satisfactoria: los niveles de paro son relativamente bajos, el número de empresas crece, los indicadores de consumo son favorables y la internacionalización es creciente. Sin embargo, no podemos prever cuándo llegará un cambio de ciclo y lo cierto es que llegarán dificultades: generales o específicas de sectores, por causas globales o —más probablemente— por la competencia creciente que pueda provenir otras regiones o países y de actores que ofrezcan productos o servicios más competitivos o atractivos que los que se produzcan en las comarcas de Girona.
El sector económico está viviendo bien la recuperación, pero guarda memoria de la crisis. Los deberes se han hecho de forma notable. Las empresas se han saneado, han mejorado productividades, han reforzado el valor añadido, se han profesionalizado más, han diversificado mercados e innovan. Están mucho más a punto para posibles embestidas. Así pues, ¿tenemos una base económica preparada? La respuesta depende de los retos futuros, que quizás no necesiten el mismo tipo de soluciones que ahora valen o que funcionaron en la última crisis.
Las empresas de Girona han hecho los deberes, pero ¿tienen una base económica preparada para futuras embestidas?
Los gurús llevan tiempo anunciando complejos cambios de época (en el estilo de vida, el trabajo, el consumo, en el efecto de las tecnologías…). Las empresas tendrían que estar preparadas para emprender cambios que ahora quizás no haga falta introducir o que todavía se ignoran. Les convendría aplicarse por conseguir lo que Doz y Kosonen denominan agilidad estratégica: mantener la empresa en forma para ser flexible y ágil a fin de continuar transformándose, reinventándose y adaptándose con el objetivo último de sobrevivir. Para conseguir esta agilidad, los promotores del concepto indican tres habilidades necesarias: sensibilidad estratégica para captar los cambios que van sucediendo, unidad en el liderazgo para alinear las voluntades con lo que hay que conseguir colectivamente, y fluidez con los recursos para movilizarlos (sobre todo, personas y colectivos) y destinarlos a las actividades necesarias en cada momento.
La agilidad estratégica, concebida para organizaciones, puede aplicarse también a los territorios. ¿Acaso cuentan con estas capacidades? La unidad estratégica y la fluidez de los recursos se ven favorecidas en alto grado por la dimensión relativamente reducida de las comarcas de Girona en comparación con otras provincias. En efecto, en el pasado reciente se ha demostrado que la dimensión modesta permite conseguir consensos importantes, como recordaba hace pocos días Domènec Espadalé, presidente saliente de la Cambra de Girona, al hacer balance de su visión y participación de media vida en la actividad de la Cambra. Es plausible que la otra capacidad –la sensibilidad estratégica– no resulte tan favorecida en una región menos densa y poblada. Sin duda, las tendencias pasan más deprisa y de forma más transgresora en el Área Metropolitana de Barcelona, pero por suerte las comarcas de Girona están cerca de la metrópoli desde un punto de vista geográfico, de comunicaciones y de referencia. A pesar de la distancia respecto al centro de información de tendencias, esta desventaja no parece ser muy grande.
Podemos aseverar, pues, que el potencial de las comarcas está relativamente bien explotado y conserva perspectivas de seguir una evolución positiva. La posición de salida en la carrera del futuro es relativamente buena: las comarcas pueden servirse de una agilidad estratégica suficiente, demostrada en consensos relevantes del pasado y en la adaptación a la crisis y facilitada por una medida reducida que favorece la unidad, el liderazgo y la movilización de recursos.