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El puerto de la prosperidad

Mientras nuestro presente aún es la pandemia, durante este tiempo suspendido no hay mejor inversión que pensar desde ahora cuál es el modelo de país que debe posibilitar una recuperación económica y social más rápida y más sólida. No se trata de empezar de cero sino de explorar potenciales que ya tenemos. Vale tanto por tradiciones culturales como por sectores productivos, vale por polos de investigación o infraestructuras punteras. El caso del Port de Barcelona podría ser un ejemplo paradigmático. No se trata tanto de acumular más pasajeros y mercancías. Se trata de pensarlo como una pieza básica de un horizonte de prosperidad. Si una de las apuestas el país es actuar como eje de la Eurorregión mediterránea o si la región metropolitana es uno de los motores principales de la economía productiva de la Península o si nuestra capital tiene que aprovechar su atractivo como imán del turismo global, el Port juega y tiene que seguir jugando un papel de primer orden. Tomar conciencia de este valor es un paso necesario para entender la rentabilidad colectiva que el país extraerá de su mejora. Esta mejora está trazada por la hoja de ruta que es el IV Pla Estratègic. Explicar sus ejes en un contexto de cambio es lo que nos hemos propuesto.