#53
Hacerlo a distancia

La necesidad sanitaria de reducir la interacción social ha convertido la digitalización en el petróleo de nuestra sociedad. Nada parece funcionar si no puede hacerlo a través de la red y con las pantallas como vehículo. Pero este giro de civilización, que era previsible, se ha acelerado durante el último año a un ritmo imprevisto y la urgencia con que se ha hecho no ha permitido madurar una reflexión sobre cuáles son sus implicaciones. La oficina parece haberse convertido en un apéndice y en parte nuestra casa se ha convertido también en centro laboral. Esta centralidad doméstica, con sus ventajas y con sus inconvenientes, transforma muchas esferas de nuestra vida. Modifica el orden del día, transforma el modo de enseñar, lima el valor de la conversación, resetea los hábitos culturales y todavía esconde más las desigualdades porque la brecha digital se encapsula entre las cuatro paredes que protegen, pero también aíslan. Pensar estos cambios es lo que hemos intentado este número. Porque el cambio técnico implica un cambio de era. Lo digital ya no es virtual sino una forma paralela de estar en la realidad.