El modelo de escuela catalana
El modelo de escuela catalana nació con los auspicios favorables de un mito fundacional alentador. El impulso inicial provenía de familias castellanoparlantes de Santa Coloma de Gramenet, ciudad obrera del extrarradio barcelonés. En vista de la posibilidad de que se institucionalizara una realidad segregada lingüísticamente, con escuelas en catalán para catalanohablantes y en castellano para castellanohablantes, surgió lo que se ha conocido como modelo de inmersión lingüística que, partiendo de un amplio consenso político, convirtió el catalán en la lengua vehicular preferente de todas las escuelas. Implícitamente, el modelo de escuela catalana persigue tres objetivos: uno de aprendizaje, otro sociolingüístico y un tercero social.
El objetivo de aprendizaje consiste en que ningún niño tenga deficiencias en la comprensión y uso del catalán, de modo que se eviten las limitaciones en los horizontes laborales y sociales que ello comporta. Hoy en día, hay una minoría significativa de jóvenes y adultos que se han escolarizado en la inmersión y que tiene carencias en el uso activo de catalán, pero la gran mayoría es competente sin que ello les haya perjudicado en la adquisición del mismo nivel de conocimientos del castellano. Además, utilizar el catalán como lengua vehicular de la enseñanza tampoco ha supuesto un hándicap significativo de cara a la adquisición general de conocimientos por aquellos niños catalanes que no lo tenían como lengua inicial.
Mala salud de hierro
El segundo objetivo, el sociolingüístico, reside en superar la vulnerabilidad histórica del catalán, de modo que se convierta en lengua de uso compartido. Lo es para la mayoría de los que han pasado por la escuela catalana, pero alrededor de la mitad de los no catalanohablantes iniciales no incorporan el uso o lo hacen de forma marginal. Así, el catalán consigue mantener su mala salud de hierro gracias, paradójicamente, a ser una lengua prestigiada, que permite la incorporación sistemática y cuantiosa de nuevos hablantes. Ello es consecuencia, en buena medida, del modelo de escuela catalana. Con todo, no se neutralizan los escollos demográficos, políticos y económicos que crean un techo de cristal infranqueable para el catalán, el cual le impide convertirse en una lengua compartida por todos los catalanes y en todos los espacios comunicativos.
Los objetivos se han alcanzado allí donde se han mezclado niños de diferente procedencia social, geográfica y lingüística
En términos históricos, el tercer objetivo del modelo de escuela, el social, residía en torpedear dinámicas biculturizadoras que crearan comunidades cerradas donde la lengua fuera un referente básico en el sentimiento de pertenencia. En pocas palabras: que la idea de Josep Benet de hacer de Catalunya Un sol poble fuera más una realidad que una invocación bienintencionada. Hoy en día, Catalunya se ha vuelto lingüísticamente y cultural mucho más diversa, pero no es una comunidad cívica partida en dos o más comunidades identitarias. Esto también se debe al modelo de escuela catalana, sobre todo porque en muchas escuelas e institutos han coincidido niños catalanohablantes, castellanohablantes y de otros orígenes lingüísticos. Con todo, hay demasiadas escuelas en las que se escolarizan sobre todo alumnos catalanohablantes de origen, y muchas otras en las que prácticamente no los hay.
Al abordar las debilidades del modelo, las controversias suelen focalizarse en la cantidad de la docencia en catalán que se imparte. Para unos es insuficiente, porque el volumen de uso del catalán es muy menor del que dice la norma. Para otros es excesiva, por cuanto ello desatiende el papel del castellano como parte del patrimonio lingüístico propio de Catalunya y, de rebote, comporta que una parte de los niños catalanes no se sientan reconocidos ni interpelados en la escuela catalana. Pero lo cierto es que los objetivos sobre todo se han logrado allá donde se ha dado diversidad en las aulas, es decir, donde se han mezclado niños de diferente procedencia social, geográfica y lingüística. La escuela catalana ha sido razonablemente efectiva al lograr que coincidan niños con orígenes lingüísticos diferentes.
A la vez, es donde hay más margen de mejora.