La tendencia verde ha venido para quedarse
¿La COVID ha cambiado la tendencia del lugar donde queremos ir a vivir?
Es una pregunta que nos hacen a menudo, y la respuesta es sí. ¿Qué ha pasado? Que ninguna de las diferentes generaciones que convivimos hoy, habíamos pasado una situación de confinamiento, con todo lo que conllevó -convivir 24 horas al día, padres, hijos de diferentes edades, a veces abuelos, animales de compañía- y hacerlo compatible con el teletrabajo, con hacer de maestros de los hijos y, hacerlo en la mayor parte de las veces en pisos pequeños, muy compartimentados, era y es muy complicado.
De repente descubrimos que las casas servían para mucho más que para dormir, descubrimos la importancia de tener una terraza, un balcón grande, un espacio polivalente … tuvimos tiempo de plantearnos muchas cosas, de pensar, de hablar, y tomar decisiones para el futuro; y una de las decisiones de futuro por los que tenían posibilidades económicas fue la decisión de cambiar de vivienda.
El cambio de vivienda y de zona sólo se lo pueden permitir seguramente una parte de la población, y no es la mayoritaria, pero el «verde» lo necesita todo el mundo
Por eso, terminado el confinamiento comenzó a incrementarse la demanda de viviendas en el entorno de Barcelona, en Sant Just, Esplugues, Sant Cugat, y en diferentes segmentos de precios, tanto en viviendas como en edificios plurifamiliares o en casas unifamiliares. A la pregunta hecha a los demandantes de por qué querían cambiar de zona, la respuesta siempre era la misma: buscamos terraza o jardín, zona comunitaria, luz y proximidad al entorno natural.
Las cifras hablan por sí solas a pesar de tener en cuenta que estuvimos tres meses sin poder enseñar una vivienda. Se han vendido un 14% más de viviendas de obra nueva que disponen de jardín comunitario respecto al año 2019. Se han vendido un 123% más de casas unifamiliares que en el año 2019.
Ahora que ya estamos a finales de año y tenemos una cierta perspectiva de lo que ha ido pasando, podemos ya analizar y sacar algunas conclusiones:
La primera reflexión es que, de repente, sobre todo en el seno de familias con niños pequeños, los espacios grandes, la naturaleza, el verde y el entorno, se han convertido en prioritarios. De pronto, los «barrios dormitorios» se han convertido en barrios para vivir, para trabajar y para comprar, la proximidad se ha convertido en un valor, queremos trabajar en la proximidad, comprar en la proximidad e ir a la escuela en la proximidad. El cambio de paradigma ha sido importante.
La segunda reflexión es que el cambio de vivienda y de zona sólo se lo pueden permitir seguramente una parte de la población, y no es la mayoritaria, pero el «verde» lo necesitan todos. Quizás es el momento de reivindicar el cambio de las plazas duras que aún quedan en Barcelona y otras poblaciones por plazas «verdes», quizás es el momento de hacer cambios urbanísticos que permitan construir más terrazas sin perder metros de techo, tal vez es el momento de las ayudas por las azoteas verdes.
La tercera reflexión es que hemos descubierto las ciudades y los pueblos vacíos, que hemos redescubierto, los que no vivimos en Barcelona, nuestros pueblos y nuestras ciudades, hemos redescubierto sus calles, sus rincones, sus tiendas, sus bibliotecas , nuestros vecinos … Seguramente ninguno de nosotros había hablado tanto con sus vecinos como lo hemos hecho en los últimos meses, y los que viven en Barcelona han descubierto una ciudad diferente, una ciudad sin turistas -cuesta imaginar justo hace ahora un año que esto sería posible- que ha permitido pasear casi en solitario. La contrapartida, sin embargo, ha sido muy importante, no sólo en vidas perdidas, sino también en la cantidad de negocios que han cerrado y ya no abrirán, y ha puesto de relieve lo que la ciudad llena esconde: suciedad, pintadas por todas partes, edificios envejecidos. De la pandemia saldremos más pobres, más tristes, pero con muchos deberes por hacer de todo tipo, entre ellos y muy importante, repensar la ciudad de Barcelona, darle un sentido, resolver sus problemas sociales, y resituarse al lugar que corresponde; ¡un gran reto para los años próximos!
La voluntad de vivir fuera de la ciudad se incrementará, pero habrá que complementarlo con muchos otros temas pendientes, como la necesaria revisión del transporte público
¿Continuará la tendencia «verde»?
Desde nuestra empresa estamos convencidos de que la tendencia «verde» ha venido para quedarse y estamos orgullosos de haber sido pioneros en el tema, porque ya hace más de un año que todos los inmuebles que tenemos en comercialización se publican con la etiqueta del Greendex, que define por cada uno de ellos la cantidad de verde que tienen en su entorno.
¿Habíamos tenido anteriormente tendencias a la hora de buscar una vivienda?
Si miramos atrás, recordamos una tendencia de los años 80 y 90 en que se inauguraron en Esplugues de Llobregat, los Colegios Alemán y Norte Americano. Fue justo en ese momento que empezaron a instalarse en Cataluña, más concretamente en el entorno de Barcelona, muchas multinacionales, la mayoría alemanas, algunas estadounidenses, y este hecho originó una tendencia: muchos directivos y futbolistas extranjeros escogían vivir en Sant Just y Esplugues para que sus hijos pudieran ir a las dos escuelas recientemente inauguradas. Fue un buen momento para los propietarios de casas, fue un buen momento para empresas como la nuestra, no sólo por el negocio sino también porque nos obligó a avanzar en temas de procedimientos comerciales, ya que era necesario que los comerciales hablaran inglés y alemán.
Otra tendencia fue a finales de los 90 e inicios de los 2000, cuando San Cugat se transformarmó. En ese momento, se construyeron muchos conjuntos de pisos residenciales, con zonas comunes y piscina, se inauguraron equipamientos culturales como el Auditorio y escuelas de renombre, se instalaron allí grandes empresas como la Hewlett-Packard. Sant Cugat pasó de ser un pueblo a ser una ciudad, y se convirtió en un polo de atracción de muchas familias con niños pequeños para los que era muy difícil acceder a tener vivienda en la ciudad de Barcelona y encontraban en Sant Cugat lo que ahora se vuelve a buscar: naturaleza, espacios verdes, luz, viviendas grandes y cultura. Lo curioso fue que veinte años más tarde, muchas de aquellas parejas, al quedarse solas por la emancipación de los hijos hicieron el camino en sentido contrario: muchas decidieron volver a vivir en el centro de Barcelona, donde encontraban una oferta cultural, de ocio y de oportunidades para personas jubiladas mayor que las que tenían en Sant Cugat.
Así pues, desde nuestro punto de vista, y repasando los últimos 30 años, hemos tenido tendencias que se han ido consolidando en el tiempo, y la tendencia verde actual ha venido no sólo para quedarse, sino que pensamos que se incrementará. La voluntad de vivir fuera de la ciudad aumentará, pero habrá que complementarlo con muchos otros temas pendientes, como la necesaria revisión del transporte público. ¡Todo ello se enmarca dentro de uno de los grandes retos de nuestra época, el reto del cambio climático!