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Tecnología y progreso

Repetir que el modelo productivo debe transformarse es fácil. Pero proclamarlo sin saber cómo concretarlo puede revelar incapacidad. ¿Cambiarlo? Sí, claro. ¿Reindustrialitzar para generar nuevos empleos de calidad? Sí, por supuesto. Pero ¿cómo? Con tiempo, dinero e inteligencia, sumando complicidades para alinear el máximo de agentes posibles en una visión de prosperidad que sea asumida como un proyecto de futuro colectivo. Y ante todo, para empezar a pensar y a trabajar, tomando conciencia de los activos de los que el país ya dispone. Porque los tenemos. Quizá ninguno tenga, al mismo tiempo, el arraigo y la potencialidad para trazar un camino como el Barcelona Supercomputing Center. Es el resultado de la alianza entre administraciones, atrae y genera talento, permite hacer progresar el conocimiento en múltiples disciplinas -aquí hablamos de meteorología o medicina- y permite establecer acuerdos a diferentes niveles entre el sector público y el privado. Y al mismo tiempo permite reflexionar sobre el entrecruzamiento entre tecnología, geopolítica y la necesidad europea de reconquistar soberanía. El supercomputador es un ejemplo de éxito. Quizá el mejor. Y es el espacio de una modernidad esperanzada.