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Nueva industria

Los países con un índice de desarrollo más alto son aquellos que cuentan con el sector industrial como eje de su modelo económico. Desde el siglo XIX Cataluña había sido tradicionalmente una región industrial, pero desde hace años ha ido mermando la centralidad de la industria. Si se pretende que de nuevo tenga una función tractora para el país (captando talento y consolidando empleo), debe encontrar la manera de vincularse a un ecosistema del conocimiento que ahora es de dimensión media y que debería ser más robusto. Esta es la lógica de la Cuarta Revolución Industrial. No hay otra. En este ecosistema la empresa gana si sabe establecer sinergias con centros de investigación y explora potenciales de los polos de innovación. Hace tiempo que pasa, por ejemplo, gracias al tejido de innovación propulsado por la Universidad Politécnica y pasará cuando esté a pleno rendimiento uno de los proyectos más atractivos con los que contamos: la Ciudadela del Conocimiento. Pero no pasa solo a través de la universidad. El Consorcio de la Zona Franca es un espacio prototípico donde se piensa y crece nueva industria -como explicaba Jordi Rodríguez en un artículo magnífico que ahora recuperamos- y debe ser uno de los generadores de una reindustrialización de calidad. Allí la Cataluña de mañana ya es una realidad.