Diez ideas de guerrilla

Licenciado en derecho, Máster en gestión de empresas y Máster en humanidades y cultura contemporánea. Ha sido regidor de promoción económica y urbanismo en el Ayuntamiento de Reus. Desde hace un año dirige Startsud Studio, el venture builder de la Cataluña Sud.

Esto no es un artículo sobre Inteligencia Artificial (IA). Tampoco es una pipa. Esto es un artículo sobre la intersección entre tecnología y tejido empresarial, sobre el reto colectivo de mantener una economía dinámica y un cierto progreso compartido en un contexto en el que demasiadas cosas cambian demasiado rápidamente.

Los últimos treinta años, desde los últimos ochenta y primeros noventa, la digitalización y la globalización generaron un proceso de cambio económico y social que Cataluña supo superar con bastante éxito. El turismo, la industria exportadora, la atracción de firmas internacionales y el prestigio de la marca Barcelona. Aquel reto se aprobó con una nota alta. Ahora la globalización entra en un cierto reflujo mientras el cambio tecnológico se diversifica y acelera aún más. Cosas del exponencialidad. Genética, renovables, sostenibilidad y economía circular, nanotecnología, industria 4.0, blockchain internet de las cosas, drones, Big Data e Inteligencia Artificial. La convergencia de esta serie de cambios, y alguno más, plantea un salto de escala de primer orden. Es probable que la forma en la que nos movemos, compramos, comemos, trabajamos, fabricamos, viajamos, nos curamos, o la manera en que producimos y consumimos energía cambien más en los próximos diez años de lo que lo han hecho en los últimos cien.

Visto desde este nuestro rincón de Europa el momento provoca cierta angustia. La Unión Europea se ha despegado de los niveles de investigación, innovación y crecimiento económico de Estados Unidos y China. El sur de Europa, mientras tanto, mantiene un fuerte desfase de dinamismo con el centro y el norte del continente. Con el turismo parado y la industria en pleno proceso de transformación (del automóvil a la química pasando por la producción de energía) las bases de la prosperidad catalana están amenazadas. Hay desconcierto y falta de confianza.

La Inteligencia Artificial es un buen terreno de pruebas porque se encuentra en un punto de maduración más avanzado que muchas de las otras tecnologías que han emergido en los últimos años

Por cada una de las tecnologías emergentes que se han mencionado más arriba, la Generalitat, el gobierno del Estado y la Unión Europea se apresuran a redactar planes estratégicos y en impulsar iniciativas de dinamización. Universidades, centros de investigación, grandes empresas, algunas startups y las diversas agencias de dinamización económica dibujan los planes de estudios y las infraestructuras necesarias para ir adelante. Nacen hubs, clusters y otras iniciativas. Todo esto es necesario, no puede faltar, pero habría que hacer algo más.

La Inteligencia Artificial es un buen terreno de pruebas porque se encuentra en un punto de maduración más avanzado que muchas de las otras tecnologías que han emergido en los últimos años. Marca una pauta. Hoy la IA es ya una tecnología al alcance, casi sin barreras. Amazon, Microsoft, Google y otras compañías comercializan servicios de Inteligencia Artificial (AI as a service) por un precio asequible. Ponen al alcance de pequeñas y medianas empresas herramientas que hasta hace poco solo las grandes multinacionales podían aspirar a utilizar. Y no es solo una cuestión de precio, la cualificación profesional y el conocimiento técnico necesarios para hacer uso se ha simplificado también para dejar de ser un obstáculo. De forma relacionada pasa lo mismo con el Big Data, son dos tecnologías que se necesitan la una a la otra. Las grandes compañías de telecomunicaciones y financieras permiten a las PYMES acceder a un capital enorme de información a precios asumibles para conocer el mercado y sus clientes con un detalle impensable hace solo cinco años.

La economía catalana ha de aprovechar las oportunidades que abren la IA y el resto de tecnologías emergentes. Ya lo va haciendo, pero habría que hacer más y más deprisa. A continuación, se plantean diez tránsitos necesarios y urgentes:

  1. De la estrategia de guerra a la táctica de guerrilla: La creación de ecosistemas, la atracción de inversiones y la presentación de nuevos grados universitarios son batallones en formación, estrategia de guerra. En Cataluña la urgencia del momento, la falta de apoyo de un Estado y un tejido económico sin demasiadas grandes empresas hacen necesario sumar una estrategia complementaria, la guerra de guerrilla.
  2. De la planificación a la experimentación: La pandemia ha terminado por hacer evidente que la planificación es ahora mismo tan indispensable como inútil. Como principio general, pero especialmente en lo relativo a las tecnologías emergentes, los gobiernos y las empresas deben abrirse a la experimentación. Probar soluciones diversas en paralelo, de forma fácil y económica, para asumir fracasos con rapidez y concentrarse en replicar los éxitos. El modelo Lean Startup como camino.
  3. De la Barcelona puntera al potencial del tejido industrial catalán: Barcelona es la mejor carta que puede jugar Cataluña para atraer talento y grandes empresas, sí, pero el conjunto del país y su tejido económico diversificado, industrial y maduro es la caja de resonancia necesaria para la adopción de las tecnologías emergentes deje sentir todo su efecto de impulso y creación de empleo.
  4. De la gran empresa a las pymes: La gran empresa genera una tercera parte del PIB del país, por capacidad y potencial deben liderar el proceso de cambio tecnológico, pero las PYMES son el grueso de la riqueza del país, su competitividad y su potencial. Es la PYME donde se jugará buena parte de la partida de la innovación en torno a la IA y el resto de tecnologías emergentes.
  5. Del emprendimiento al intraemprendimiento: Crear nuevas empresas de base tecnológica y con un alto potencial de crecimiento es indispensable para arraigar las tecnologías emergentes en nuestra economía. Que las empresas existentes creen nuevos modelos de negocio en torno a estas tecnologías es igual de importante y puede tener efectos más rápidos y sólidos. Innovar sobre lo que ya existe creando nuevas líneas de negocio (intraemprendimiento) funciona mejor y con menos fracaso que la innovación de nueva planta.
  6. De la universidad a la formación no reglada: Buena parte de las habilidades profesionales necesarias para que las empresas puedan innovar utilizando la Inteligencia Artificial (y cada vez más tecnologías emergentes) no dependen de una titulación universitaria. Hay programas de formación en herramientas y tecnologías concretas, online en muchos casos e incluso gratuitos, que permiten dotar a los trabajadores de los recursos necesarios. Hacerlo más deprisa, más fácilmente y con precios más económicos.
  7. De las ingenierías en las escuelas de negocio: Necesitamos más vocaciones tecnológicas, dentro y fuera de la universidad, pero añadir una mínima base de formación tecnológica en las escuelas de negocio y emprendimiento puede ser una vía inteligente para compensar el déficit de vocaciones científicas que hace demasiado tiempo que empieza a ser endémico.

La adopción de las tecnologías emergentes ya no es una oportunidad para pioneros, sino una necesidad para mantener la competitividad

  1. De la investigación a la innovación orientada a mercado: La investigación es importante, hay una relación directa entre inversión en investigación y práctica innovadora, pero la apuesta por la innovación más orientada a mercado puede ser también una forma de compensar algunas carencias de inversión en investigación. Llevar a mercado la investigación, propia o ajena, mejor y más deprisa que los otros es una herramienta de competitividad.
  2. De la difusión de las tecnologías a la traducción en oportunidades: Es urgente desmitificar las tecnologías emergentes y presentarlas como generadoras de oportunidades reales y al alcance de los sectores económicos más diversos. Centrarse en traducir la tecnología en sus aplicaciones prácticas que empresas y emprendedores puedan entender y desarrollar.
  3. De la oportunidad a la necesidad: La adopción de las tecnologías emergentes, en especial de aquellas que se muestran más maduras como la IA, ya no es una oportunidad para pioneros, sino una necesidad para mantener la competitividad. Los actores económicos deben asumir un cierto sentido de urgencia y necesidad en sus estrategias de innovación y cambio tecnológico.

El cambio se hace haciéndolo y la heurística de la innovación infalible es la del error, paradojas. Pensar y ejecutar la innovación para equivocarse tan deprisa como sea posible y con el mínimo coste. Hacer los cambios que sean necesarios, iterar lo llaman ahora, y llevar de nuevo al mercado una nueva propuesta. No esperar a tener más recursos y hacer con lo que tenemos disponible ahora mismo, a las empresas y al conjunto el país. Repetir y ajustar. Hablar menos y hacer más.

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