La fuerza del talento híbrido
Al hablarse de innovación y de transferencia tecnológica, muy a menudo se hace referencia a proyectos de investigación aplicada, a generación de patentes o a contratos de colaboración empresa-universidad. Paradójicamente, se ha olvidado de forma recurrente el principal factor de innovación de cualquier país u organización: su talento, los profesionales cualificados o, en terminología económica, el capital humano.
De hecho, la formación de ciudadanos y de profesionales cualificados es la primera misión de las universidades, aquí y en todo el mundo. Es la que, con diferencia, genera un mayor impacto en la sociedad y que determina en parte el progreso social, la competitividad económica y la vitalidad cultural. Por este motivo, cuando hablamos de innovación y de transferencia debemos reubicar el debate y reconocer que la formación y la capacitación del talento es el factor más crítico para cualquier sociedad.
A lo largo del periodo 2012-2019 se han puesto en marcha un total de 602 proyectos y ya se han leído un total de 117 tesis doctorales industriales. Las áreas con mayor presencia son las tecnologías de la información y las comunicaciones (28%), las ciencias de la vida (25%) y las ingenierías industriales (16%).
El estadio superior de la formación universitaria lo constituyen los estudios de doctorado, que culminan con la defensa de una tesis doctoral y otorgan el título de doctor, sea cuál sea el ámbito del conocimiento. Como sabemos, el título de doctor se ha asociado históricamente a la carrera investigadora y principalmente al acceso a posiciones de profesor o investigador en universidades y centros de investigación. De hecho, a lo largo de las últimas décadas ha aumentado el número de doctores en Catalunya. Se ha pasado de leer 1.580 tesis doctorales en las universidades el curso 2008-2009 a leerse 2.086 el curso 2017-2018. Como dato también relevante, aproximadamente el 35% han sido tesis leídas por doctorandos extranjeros, algo que demuestra la capacidad de internacionalización de los estudios de doctorado de nuestras universidades. Por su propia formación, un doctor (atendiendo a los llamados Descriptores de Dublín) es un profesional altamente cualificado; un profesional del conocimiento con una comprensión sistemática de un campo científico, con capacidad analítica profunda y con rigor y metodología científica.
A pesar de estas cifras positivas, históricamente se observa también un déficit estructural grave. En el conjunto de España, menos de un 20% de los investigadores con título de doctor desarrollan su carrera profesional en una empresa; un porcentaje que en Catalunya aumenta un poco (cerca del 23%) pero no de forma significativa. Esto contrasta con la realidad de otros países, donde la inserción de los doctores en el tejido económico es mucho más elevada, como por ejemplo en Dinamarca (36,9%), Estados Unidos (45,5%) o los Países Bajos (54,3%).
En el contexto actual, donde el talento, la innovación y el valor añadido son aspectos críticos para la competitividad y el progreso (tanto para una empresa u organización como para un territorio o país), que profesionales altamente cualificados como son los doctores no se inserten en el tejido de empresas y organizaciones de todo tipo es una pérdida colectiva de potencial humano y de talento. Por este motivo, la formación en competencias y habilidades de gestión de los investigadores, más allá de su formación específica de un ámbito de conocimiento, se nos muestra al mismo tiempo como una necesidad imperiosa.
Plan de Doctorados Industriales
Es en este contexto que la Secretaria d’Universitats i Recerca de la Generalitat de Catalunya impulsa, desde el año 2012, el llamado Pla de Doctorats Industrials. Una iniciativa potente y ciertamente visionaria que pretende conectar la formación, la investigación y la innovación y hacerlas llegar a las empresas e instituciones. Para poder hacerlo realidad, se impulsan tesis doctorales de interés común entre universidades y empresas/organizaciones.
El Plan se ha inspirado en iniciativas similares en otros países, principalmente los casos de Francia y Dinamarca. En Francia, las Conventions Industrielles de Formation pour la Recherche (CIFRE) han permitido que más de 21.000 doctores hayan llevado a cabo su tesis doctoral mediante el programa, con la participación de unas 7.500 empresas, la generación de más de 2.000 patentes y, para mí lo más significativo, una inserción laboral de un 96% al cabo de un máximo de una año de haber leído la tesis; y, de estos, un 66% en empresas. Asimismo, el Industrial PhD Program danés, que desde el año 2002 ha puesto en marcha más de 1.200 proyectos, y donde el 95% de los doctores que han seguido el programa se han insertado al mercado laboral, y un 80% de ellos en el sector empresarial.
En el caso del Plan de Doctorados Industriales catalán, donde colaboran estrechamente las universidades, está abierto a cualquier tipo de empresa y de cualquier ámbito.
Funcionamiento, resultados, expectativas
El elemento central es un proyecto de investigación de una empresa que se desarrolla en colaboración con una universidad y que constituirá una tesis doctoral que permitirá al futuro doctor iniciar su carrera investigadora. La empresa (o institución) es la que contrata al doctorando, con una retribución mínima fijada por la Generalitat, y designa a un responsable tutor. La universidad pone a su disposición las infraestructuras y las capacidades científicas, dentro de un grupo de investigación concreto y con un tutor académico que hará el seguimiento de la tesis en colaboración con el tutor de la empresa. La Generalitat aporta financiación por tres años, tanto a la empresa (cuotas patronales), a la universidad (importe equivalente) y al propio doctorando (subvención para matrícula, bolsa de movilidad y formación en habilidades transversales).
A lo largo del periodo 2012-2019, se han puesto en marcha un total de 602 proyectos y ya se han leído un total de 117 tesis doctorales industriales, a la vez que se han contabilizado 80 renuncias durante el proceso. Los proyectos se han desarrollado en 402 empresas e instituciones diferentes: un 46% de estas son PIMES, un 23% grandes empresas y un 16% start-ups o spin-offs. Las áreas con mayor presencia son las tecnologías de la información y las comunicaciones (28%), las ciencias de la vida (25%) y las ingenierías industriales (16%).
Una evaluación del Plan piloto del año 2012 indica que la valoración general de las partes implicadas (empresa, universidad y doctorando) es muy positiva, con una puntuación media de 5,8 sobre 7. Ahora habrá que analizar con cuidado el grado de inserción profesional de los doctores del Plan, especialmente la absorción de este talento por parte del tejido empresarial que sin duda debe ser el principal resultado, que redunde en mayor competitividad y valor añadido. A pesar de la juventud de la iniciativa, estoy convencido de que generará impactos destacables, así ha sucedido en experiencias como las de Francia y Dinamarca. A buen seguro ayudará a retener talento y a favorecer el progreso y la competitividad de las empresas y del conjunto del país. Un Plan bien orientado, ambicioso y que todos los agentes deben ayudar a consolidar y hacer que crezca.