La Universidad puede transformar la economía catalizando los fondos europeos
Situación de partida: ¿dónde nos encontramos cuando llega la COVID-19? Oportunidad vs. oportunismo
Muchas empresas que tenían prevista una mejora de sus procesos productivos en forma de incorporación de tecnología e innovación, la descartaron por la necesidad de destinar los recursos a pagar nóminas y gasto corriente. Debido a la pandemia, las pymes con asalariados perdieron, en promedio, hasta diez trabajadores. Y de estos, hoy en día, solo la mitad se pudo reincorporar. Ante el descenso de las ventas y un escenario incierto, parece que la única alternativa al cierre definitivo podría ser la innovación. Una gran apuesta que, al requerir una inversión inmediata, podría llegar a través de los fondos europeos excepcionales que el Estado Español debe movilizar en forma de proyectos para el Next Generation EU.
Actualmente nos encontramos ante una crisis sanitaria, social, económica y medioambiental. Sin embargo, este contexto puede ser una oportunidad para fortalecerse, para reorientar el horizonte hacia cambios estructurales que se divisaban necesarios ya hacía tiempo. La pandemia ha evidenciado la importancia de tener una economía local sólida, capaz de abastecer a la población de recursos esenciales. Pero también que la proximidad en la generación de productos y servicios es una forma de garantizar la seguridad y la competitividad industrial. La globalización ha dado un paso atrás. Las economías más avanzadas se renuevan, se focalizan en la producción basada en conocimiento y hacen evidente que la innovación es la clave del crecimiento social y de la creación de puestos de trabajo de alto valor añadido. Estos fondos europeos excepcionales ofrecen a las empresas la oportunidad de incorporar talento joven, formado y cualificado, un activo crucial para mejorar la capacitación profesional y su orientación productiva.
Así, la dedicación de los Fondos Next Generation EU debe estar centrada en proveer las herramientas que permitan a los estados transformar la economía del país para que sea más verde, inclusiva, justa, resiliente y digital.
La universidad como agente de innovación para la transformación de la economía
Las administraciones públicas deben liderar la gestión de los fondos dirigidos a cambiar los modelos productivos más innovadores y verdes. En concreto, las universidades deben convertirse en el motor para la mejora de la competitividad empresarial y convertirse en catalizadoras de esta innovación mediante sus infraestructuras tecnológicas y sus espacios de incubación.
Por un lado, la universidad es el agente capaz de dar respuesta a los retos de la sociedad, la economía y el medio ambiente desde una perspectiva multidisciplinaria. Su posición, altamente colaborativa con otros actores del ecosistema de innovación de la cuádruple hélice (administraciones, academia, empresas y ciudadanía), favorece la penetración de nueva tecnología e innovación a los procesos y productos de las empresas.
La universidad posibilita la incorporación del activo más importante para una organización: el talento
Así pues, a partir de la investigación transformadora y operativa, la universidad permite diversificar la producción, crecer y hacer las empresas más competitivas. Se trata de un circuito dinámico en el que los procesos de innovación son el principal vector para un crecimiento sostenible y para la especialización inteligente del tejido empresarial local, pero con vocación internacional.
Por otra parte, la universidad posibilita la incorporación del activo más importante para una organización: el talento. Permite actualizar la formación del personal (upskilling) y adecuarlo a los nuevos requerimientos (reeskilling). Es también un agente tractor de actividad económica, a través del impulso de spin offs y start ups, y potencia el fomento del emprendimiento, a través de la incubación y aceleración de proyectos empresariales y nuevas ideas de negocio.
La universidad ayuda a democratizar el acceso a la innovación tecnológica y la modernización de las empresas
Finalmente, la universidad ayuda a democratizar el acceso a la innovación tecnológica y la modernización de las empresas. Ofreciendo sus departamentos de I+D, el uso de equipamientos y de personal especializado, mucho más eficiente y eficaz, permite identificar, capitalizar y abordar conjuntamente las necesidades concretas de los sectores.
Por lo tanto, es mediante su intervención que la universidad puede garantizar que el dinero que recibirá el Estado Español, provenientes de la Unión Europea, tengan un impacto real en actores infrarrepresentados pero, al mismo tiempo, muy relevantes en el ámbito económico. La participación de las universidades asegura el rol principal de las pymes mediante un tándem estratégico para el logro de los objetivos de crecimiento y, por tanto, de recuperación económica que persiguen los fondos Next Generation EU.
El papel de la Universidad como catalizadora de los fondos Next Generation EU
Teniendo clara cuál debe ser la orientación de los fondos, es necesario identificar necesidades, diseñar proyectos y ejecutarlos de manera ágil y transparente. Hay que evitar la perpetuación de un modelo caduco que no dé respuesta ni a las necesidades actuales ni a las futuras. La universidad es el agente clave en este escenario. Es el socio natural de los futuros consorcios público-privados para movilizar los recursos y amplificar su impacto. Y es la institución con más experiencia en la gestión de recursos y de proyectos competitivos con terceros.
Si la gestión de los fondos solo está en manos de las grandes corporaciones, no habrá un proceso de transformación real, dada la dificultad que drene al máximo de agentes y personas posible. Las universidades son entidades referentes en credibilidad (abiertas, transparentes, multidisciplinares y neutros) y con un papel central en el progreso de la sociedad. Tienen capacidad de generar proyectos vertebradores que movilicen capital privado y transformen el tejido productivo de forma sostenible.
España es el estado de la UE que usa en menor proporción los fondos regionales. Para revertir esta situación hay que asegurar una movilización de presupuesto en muy poco tiempo, que llegue al máximo de beneficiarios posible y que facilite una gran capilaridad de los fondos. Estos recursos vendrán vía cumplimiento de objetivos y Europa quiere asegurarse de que producen un impacto real y perdurable en el tiempo. Aquí es donde la universidad se convierte en un agente sólido, dada su visión sistémica, para asegurar la viabilidad y sostenibilidad de las acciones.
La Universidad Politécnica de Cataluña ha presentado propuestas de interés con el objetivo de ser una pieza clave para el diseño de propuestas innovadoras. El proyecto FUTURPYME, por ejemplo, tiene como objetivo el aumento de la competitividad tecnológica e industrial del país, así como potenciar el crecimiento y la internacionalización de las pymes. El proyecto SYNenERGY HUB, por otro lado, pretende hacer del Campus Diagonal Besòs un polo de innovación que contemple todos los agentes del ecosistema, haciendo docencia, investigación e innovación en el ámbito de las energías renovables, la transición energética y la economía circular. Sin embargo, el proyecto de creación del Instituto de la Industria 4.0 persigue generar un entorno que favorezca el desarrollo de tecnologías en las empresas y su aplicación en el ámbito de la industria 4.0 como la digitalización, la inteligencia artificial, la ciberseguridad industrial y la economía de los datos.
En definitiva, la universidad participa en todas las acciones clave -docencia, investigación e innovación- imprescindibles para posibilitar el cambio necesario y transformador, como es el que persigue la ventana de oportunidad que supone el Next Generation EU.