Nuevos horizontes
Hace casi un siglo Ortega y Gasset publicó Misión de la universidad. Era el año 1930. Aquel libro ya establecía las tres misiones actuales de la universidad: docencia, investigación y transferencia de conocimiento. Sobra la tercera misión, en el transcurso de estos años, hemos podido ser testigos de cómo las universidades se esfuerzan a fin de que el conocimiento que generan no se quede en la torre de marfil sino que cree nuevas oportunidades al tejido empresarial y a la sociedad.
La ley Bayh-Dole de 1980 en Estados Unidos significó un punto de inflexión en materia de transferencia de tecnología, ya que permitía a los investigadores que pudieran participar de los beneficios económicos derivados de la comercialización de las patentes. De esta ley se derivaron leyes sucesivas en el estado español, que sirvieron de incentivos a la academia para transferir las tecnologías que desarrollan. Aun así, tanto en Catalunya como en el resto del estado, la valorización de la tecnología es una asignatura en la que las universidades podríamos sacar resultados mejores.
Evaluar la transferencia
Algunos de los factores que han sido determinantes para la buena nota en esta materia se describen a continuación. Con sus sombras pero también con sus luces:
- La localización geográfica. Las universidades situadas en ciudades y regiones con alto densidad de empresas tecnológicas lo tienen mucho más fácil a la hora de tejer relaciones fértiles. Un buen ejemplo es Barcelona con el Pier 01: conviven más 1000 personas y 100 empresas y start-ups que ha contribuido vivamente al enriquecimiento del ecostistema d’I+D+i.
- Los indicadores de los sistemas de evaluación para la estabilización del personal docente e investigador representan un escollo: en ellos siguen teniendo un peso muy importante el número de publicaciones en revistas de alto impacto y menos las patentes registradas o la creación de spin-offs. En este sentido, sin embargo, empieza a verse más luz. A finales de 2018 desde el MICIU se anunció el Sexenio de Transferencia. En palabras del Ministerio “proporciona a las universidades y centros de investigación indicadores sólidos y objetivos incorporables a sus procesos de mejora de la calidad y «medir» su propio impacto social”.
- Desde finales de los 80 universidades y organismos públicos de investigación cuentan con Oficinas de Transferencia de Tecnología. La misión de las OTT es articular la relación universidad-empresa y dar el apoyo necesario para comercializar la tecnología. En los últimos años, sin embargo, la realidad es que la financiación pública está sometida a un escrutinio exhaustivo de todos los gastos asociados a la investigación en los proyectos competitivos. Esta situación ahoga buena parte de su personal en tareas burocráticas y en tramitaciones de formularios. En contrapartida, las OTT cada vez están más especializadas y cuentan con personal profesional muy presente en redes locales e internacionales.
- La transferencia de tecnología se realiza en entorno local y con visión cortoplacista. El screening de la oferta y la demanda se lleva a cabo en el mercado más próximo geográficamente, limitándose a menudo a la ciudad/región. Esta tendencia implica una pérdida significativa de oportunidades en los mercados globales.
Cambio de paradigma
En septiembre del 2017 Mariana Mazzucatto –profesora de Economía de Innovación y Valor Público y directora del Instituto para la Innovación y Propósito Público en la University College London– publicó el artículo “Mission-Oriented Innovation Policy: Challenges and Opportunities”. Su visión está sirviendo como base para el nuevo programa marco de investigación e innovación de la Comisión Europea -Horizon Europe-, que sitúa la Agenda 2030 de Naciones Unidas como marco más amplio.
Mazzucatto propone un cambio de paradigma en el sistema de innovación. En lugar de centrarse en determinados sectores, la política orientada a las misiones se focaliza en retos sociales que requieren la colaboración multisectorial de los diferentes actores que intervienen en la cadena de innovación: industria, academia y tercer sector.
Mazzucatto propone un cambio de paradigma en el sistema de innovación. En lugar de centrarse en determinados sectores, la política orientada a las misiones se focaliza en retos sociales que requieren la colaboración multisectorial de los diferentes actores que intervienen en la cadena de innovación: industria, academia y tercer sector. Este enfoque, a pesar de ser más innovador en Europa, no es completamente nuevo. La estrategia de hacer frente en común a un reto global fue lo que permitió, por ejemplo, que el hombre pisara en la luna. Las misiones están definidas, pero todavía no se disponen de los instrumentos para llevarlas a cabo.
Desde las universidades tenemos que estar preparados para afrontar estos retos. ¿Como?
Apostando por la investigación y la transferencia transdisciplinar, favoreciendo la creación de comunidades híbridas en cuanto a disciplinas e implicando a todos los actores de la cadena d’I+D+i. Siendo generosos y mirando hacia adelante, dejando de lado nuestras típicas capillitas y superando los egosistemas. Apostando por la generación de conocimiento conjunto, universidad-empresa, mediante nuevos modelos de co-creación como por ejemplo vía co-location centres, empresas en los campus con equipos de trabajo totalmente integrados, donde se comparten los éxitos pero también los riesgos. Apostando y elevando a la posición que les corresponde a las figuras de los mediadores tecnológicos o tech transfer experts de las Oficinas de Transferencia de Tecnología. Personas que, además de ser buenas conocedoras de la materia, son bilingües en el idioma de la empresa y la academia, capaces de identificar y catalizar oportunidades de negocio, aprovechando las redes internacionales.
Y sobre todo, conducir con las luces largas: transferir sí, pero mimando y apostando por la generación de conocimiento y la investigación fundamental, porque si no acabaremos matando la gallina.