Resolver la segregación
Todos queremos la mejor educación para nuestros hijos y para conseguirlo haríamos lo que estuviera a nuestro alcance. Antes niños y niñas eran asignados a la escuela del barrio y, por tanto, la segregación escolar era representativa de los barrios. Como demuestran Granet y Fack analizando datos de París, la vinculación de la escuela al barrio provoca que las diferencias de calidad de las escuelas incrementen la segregación entre barrios y, en particular, que el precio de la vivienda facilite esta segregación. Así pues, si limitamos el acceso a la escuela a las familias del barrio, el precio de la vivienda capitaliza el valor de la escuela. Este es uno de los argumentos importantes a tener en cuenta cuando se habla de desvincular el acceso a la escuela del barrio donde se reside, porque se alivian las fuerzas que generan segregación entre barrios y se limita que el precio de la vivienda actúe como un peaje que debe pagarse para acceder a una determinada escuela. Hay que decir, sin embargo, que si permitimos a las familias escoger escuela, pero unas requieren un pago adicional y otras no, nos encontraremos con que se estará facilitando la segregación entre escuelas, aunque no se generará entre barrios.
¿Cuál es el rol de facilitar la elección de escuela en la segregación socioeconómica? Lo más importante es entender que facilitar la elección no significa que las familias escojan ya que al final el número de plazas en cada escuela es limitado. En el caso de Barcelona, por ejemplo, aproximadamente un 40% de las escuelas están sobredemandadas en primera opción. Hay muchas maneras de resolver este problema: que la plaza se la quede quien primero la pida, que tengan prioridad los vecinos del barrio más desfavorecido de la ciudad, que los del barrio de la escuela tengan prioridad, que sea sólo uno lotería la que determine quién entra y quien no. Cada una de dichas opciones tiene un impacto muy distinto sobre la segregación.
La elección de escuela, si el sistema es desigual, aunque reducirá la segregación entre los barrios e inhibirá que el precio de la vivienda actúe como precio indirecto en las escuelas, exagerará las diferencias entre escuelas.
En Catalunya damos prioridad a las familias del barrio, algo que no ayuda a disminuir la segregación por barrio ni entre escuelas. Además, el sistema que utilizamos hace que la elección sea arriesgada: tienes que escoger muy bien dónde pides en primera opción porque en segunda te encontrarás muchas llenas. Eso hace que los que se pueden arriesgar más sean quienes tienen la opción de ir a una privada o los que no tienen nada que perder porque la escuela del barrio no se va a llenar. Todos estos detalles tienen gran impacto sobre la segregación final.
Calidad educativa
La verdadera solución al a la segregación es que no puede haber escuelas mejores y escuelas peores. Pueden ser diferentes, pero equivalentes en calidad educativa. En este sentido, no puede ser que sistemáticamente haya más deseadas que otros y no pongamos remedio a ello.
Hace unos meses presentaba uno de mis trabajos a la Universidad de Helsinki. Expuse resultados que demuestran que si el sistema tiene un conjunto de escuelas peores que el resto (y la gente no las quiere por el motivo que sea) y si se da prioridad a las familias del barrio para entrar en la escuela, entonces ninguno de los sistemas utilizados en el mundo permite que haya elección y la mayoría de niños acaba asignada a la escuela del barrio, le guste o no. Y por otra parte, aunque no haya prioridad para las familias del barrio, si tenemos escuelas peores podemos acabar generando segregación entre escuelas que de entrada eran similares.
El resultado es contundente, pero una persona de la audiencia levantó la mano: ¿“Cómo puede ser que haya escuelas peores? O, mejor dicho, ¿cómo puede ser que la administración no ponga remedio? El supuesto es muy extraño”. Toda la razón. Desgraciadamente esta sensibilidad y capacidad de reacción no la encontramos en la mayoría de nuestras ciudades. La segregación se da cuando hay diferencias, porque de una manera o de otra los que tienen más recursos conseguirán una escuela mejor, ya sea viviendo en el barrio adecuado, arriesgándose a pedir la escuela que quieren porque tienen una opción privada, o pagando una escuela concertada. ¡Y si no consiguen una opción en la red pública, saldrán del sistema público!
Priorizar zonas desfavorecidas
Lo que se necesita para reducir la segregación es que las escuelas en barrios con diversidad tengan muy buenas propuestas educativas y que ni la vivienda, ni pagar una cuota cada mes, ni arriesgarse más o menos a pedirla, puedan ser barrera para que niños y niñas del barrio entren.
Todo el mundo prefiere tener las escuelas tan cerca como sea posible y, si todas las escuelas fueran de un nivel similar, constataríamos que la elección de escuela no generaría cambio alguno: todo el mundo iría a una desde las del barrio. El problema, por tanto, no es que la elección genere segregación, sino que no la reducirá. Es decir, tener un sistema no segregado con elección de escuela nos indica un alto nivel de salud del sistema. Pero si el sistema es desigual, la elección de escuela te exagerará las diferencias entre las escuelas, aunque reducirá la segregación entre los barrios e inhibirá que el precio de la vivienda actúe como precio indirecto en las escuelas. No podemos obligar a nadie a quedarse en una escuela del barrio, sino que hay que convencer a las familias ofreciendo lo mejor del sistema en los lugares más vulnerables y dando los recursos necesarios para hacer de la diversidad una riqueza.
Eso necesariamente significa que los recursos, el profesorado, el formato de las clases y el liderazgo de la escuela deben poder adaptarse a las realidades donde actúan y que tenemos que priorizar las zonas más desfavorecidas tanto para disminuir la segregación como para incrementar la equidad y la salud del sistema