¿Funcionan los gobiernos minoritarios en España?
España es, junto con los países escandinavos, cabeza de los países europeos en gobiernos minoritarios (un gobierno minoritario incluye a uno o más partidos, pero esos mismos no tienen mayoría absoluta de escaños en el parlamento). No obstante, a juzgar por los últimos años los gobiernos minoritarios en España no funcionan tan bien. El gobierno de Mariano Rajoy, surgido después de las elecciones (repetidas) del 2016, apenas duró 575 días. En aquel momento fue el más corto desde la transición. El gobierno de Pedro Sánchez, nacido de la moción de censura en 2018, solo habrá durado 326 días cuando se celebren las elecciones generales. Además, ambos gobiernos han encontrado dificultades para llevar a cabo sus agendas políticas y aprobar los presupuestos generales, las cuales contribuyeron a que Pedro Sánchez convocara elecciones anticipadas.
El próximo gobierno, si nos atenemos a las encuestas, será minoritario o de coalición; o quizás ambas cosas a la vez
No siempre ha sido así. En mi estudio sobre los gobiernos en España entre 1982 y 2015 constato que los minoritarios fueron capaces de gobernar casi tanto como los mayoritarios. Por ejemplo, los minoritarios aprobaron el 88% de sus proyectos de ley y duraron 3,51 años, comparado con el 89% y los 3,56 años de los mayoritarios. Para ayudar a explicar por qué, destaco tres factores: las instituciones políticas, la posición de negociación del gobierno y la conciliabilidad de los objetivos de los partidos.
Los cambios
Dicho brevemente, aquellos gobiernos minoritarios funcionaron porque las instituciones en España, por regla general, refuerzan a los gobiernos, lo cual ayuda a uno en minoría en particular. Aquellos gobiernos minoritarios, con sus especificidades, también tuvieron una fuerte posición de negociación porque el partido del gobierno controló un gran número de escaños. Y o bien ocupó una posición central en el sistema de partidos, permitiéndose cambiar de aliados, o bien se encontró con partidos de apoyo en el Congreso que necesitaron refuerzo político para poder gobernar o gobernar con más facilidad en sus comunidades autónomas. Los objetivos de los partidos eran conciliables porque el gobierno (del PSOE o del PP) se encontró con partidos moderados de ámbito no estatal –de Catalunya, el País Vasco, las Canarias u otros lugares– con poco interés en gobernar España, pero dispuestos a intercambiar sus apoyos por concesiones en políticas públicas, inversión regional, descentralización o apoyo político a nivel autonómico.
Más allá de las causas de funcionamiento de cada gobierno, estos mismos tres factores han contribuido a que los gobiernos de Rajoy y Sánchez no funcionaran tan bien. Con el cambio del sistema de partidos, los gobiernos contaban con menos escaños propios –Rajoy con el 39% y Sánchez con el 24%, frente a entre el 45% y el 48% de los anteriores–. Cuantificado por la encuesta de expertos de Chapel Hill, el PP bajo Rajoy no ocupó la posición central en ninguno de los dos ejes de competición partidista –izquierda-derecha o territorial–, y el PSOE bajo Sánchez solo la ocupó en el territorial. La conciliabilidad de objetivos partidistas también se complicó. Mientras los partidos de ámbito no estatal, como el PNV o Coalición Canaria, siguieron prestando apoyos, la polarización sobre el estatus político de Catalunya y la apuesta por la independencia de parte de los partidos nacionalistas catalanes dificultaron recibir el apoyo que anteriormente había sido fundamental para los gobiernos minoritarios. Se añade que tampoco son suficientes numéricamente, como sí lo fueron antes. Esos gobiernos, además, tuvieron que buscar apoyo de los nuevos partidos, Ciudadanos o Podemos, con ganas de adelantar o desplazarles del gobierno en España.
El próximo gobierno, si nos atenemos a las encuestas, será minoritario o de coalición. Quizás ambas cosas: una coalición en minoría. Está por ver su capacidad para gobernar.