Management | Una empresa más humana para la nueva realidad
La pandemia de la Covid-19 —que nos golpea cada día desde hace meses— ha puesto a prueba nuestra capacidad para dar una respuesta rápida y eficaz a toda una agenda de retos personales y profesionales. Una vez más, el factor humano ha decantado el fiel de la balanza. Hemos sido capaces no sólo de crear una conciencia ciudadana global que nos ha hecho comprender que cuidar nuestra salud equivale a cuidar a quienes nos rodean en el ámbito social, laboral y familiar, sino también de abrir nuevas ventanas de oportunidad y esperanza que despejan de incertidumbres el camino del ser humano. Buena prueba de ello es el reciente acuerdo entre Emiratos Árabes Unidos e Israel. Más allá de ser una de las primeras buenas noticias económicas en varios meses, se trata de todo un hito que nos recuerda la trascendencia de valores perennes como la paz, la tolerancia, el respeto y la voluntad de diálogo para culminar con éxito una gran empresa en tiempos difíciles y complejos.
La actual coyuntura —repleta de dificultades adicionales— demanda un estilo de liderazgo que sepa diagnosticar con acierto y delegar
Nada es imposible. Con cada amanecer surgen nuevas oportunidades, personales y colectivas de mejorar hasta llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos. Hoy día, el mundo de los negocios favorece a aquellas empresas cuyos directivos son plenamente conscientes de que la excelencia corporativa sólo se logra armonizando dos factores de capital importancia: gestionando de un modo responsable, sostenible y técnicamente sobresaliente y otorgando al factor humano el rol central que jamás debe dejar de ocupar.
Entrando de lleno en los detalles concernientes a la excelencia en la gestión, los directivos deben actuar como líderes que deben orientar, marcar la línea a seguir, mostrarse altamente resolutivos y, sobre todo, capaces de prever situaciones y contingencias “inesperadas” que dificulten el cumplimiento de los objetivos marcados.
En mi opinión, la actual coyuntura —repleta de dificultades adicionales— demanda un estilo de liderazgo que sepa diagnosticar con acierto y delegar en un equipo a priori compuesto por profesionales de alta cualificación, junto con la puesta en práctica de las políticas más acertadas para garantizar la estabilidad interna de la firma y la posición de mercado en su sector de actividad.
Son tiempos muy adecuados para usar la tecnología al máximo de sus posibilidades, pero siempre al servicio del factor humano y controlado por este
Corren tiempos que exigen una planificación muy afinada. No basta sólo con aplicar oportunas medidas de reducción de costes. Debemos examinar el funcionamiento de nuestra línea de crédito, de nuestra política de compras y del programa de pago a proveedores. Sobre este último aspecto me permito señalar que es más que conveniente pedir descuentos al comprar bienes o materiales antes que dilatar o retrasar los pagos, dañando nuestra reputación.
Si hemos diseñado una estrategia interna realista, no perderemos de vista ningún aspecto relacionado con la liquidez y su mantenimiento. Asimismo, en el ámbito externo, tendremos especial cuidado con las inversiones, además de reforzar un pilar clave de una estrategia exitosa: la localización de nuevos mercados y nuevas oportunidades de negocio en las áreas emergentes.
Sin embargo, la prueba definitiva vendrá de nuevo de la mano del factor humano. Baste un ejemplo ilustrativo: la creación de sinergias y colaboraciones se hace más necesario que nunca en el actual contexto. Las redes de contactos profesionales como LinkedIn han de ayudarnos a crear una red de contactos efectivos que deberemos cuidar y mantener con encuentros regulares ‘face to face’. Más de 600 millones de usuarios lo hacen con mucha frecuencia, lo que viene a demostrar la extraordinaria validez de una herramienta táctica de primer orden.
Son tiempos muy adecuados para usar la tecnología al máximo de sus posibilidades, pero siempre al servicio del factor humano y controlado por este. La pericia técnica debe estar siempre sometida a la responsabilidad corporativa global y esta última debe estar directamente ligada al ejercicio asertivo del liderazgo. Llegados a ese punto, deseo compartir con ustedes mi reflexión final sobre el tipo de liderazgo que creo que toda empresa que desee triunfar en la nueva realidad que vivimos debe propugnar. En primer lugar, quien esté al frente de una empresa debe tener siempre en mente que su primera obligación es predicar con el ejemplo. El primer paso es dar prioridad a las personas frente al objeto principal del negocio. Sólo así se planta la semilla de la motivación y de la identificación de cada miembro de la plantilla con la filosofía y los objetivos de empresa. En segundo término, se debe escuchar la opinión de todos los miembros de nuestro equipo antes de adoptar una decisión definitiva que debe demostrarse factible, valiente, rápida y, a poder ser, creativa. Un tercer aspecto que deseo poner en valor es el relativo a la paciencia y la resiliencia. Cuando los tiempos duplican la incertidumbre y el riesgo, la planificación debe ser más minuciosa que nunca y la administración por objetivos —a corto, medio y largo plazo— obliga a quien detenta el liderazgo a hacer gala de grandes dosis de paciencia y de una ya citada e imprescindible resiliencia que transmitirá a sus colaboradores, reforzando la confianza del grupo en el líder y viceversa.
Como colofón, deseo compartir con ustedes una reflexión que no sólo afecta a mi idea del liderazgo sino a mi concepto de la condición de ciudadano del mundo. Las mentes abiertas están mucho mejor preparadas para entender los cambios que cada semana tienen lugar en la empresa y en nuestras vidas. Ergo, ser flexibles, conceptualmente multidisciplinares y tolerantes al cambio nos capacita para relacionarnos mejor, tanto con los demás como con un mundo vertiginoso que nos reta y pone a prueba a cada momento. Del mismo modo, aprovecho estas líneas para animarles a tomar las riendas. En sus vidas, en su trabajo y en la familia. ¡No tengan dudas, tómenlas y ejerzan! El verdadero liderazgo descansa en la oportuna toma de iniciativa, la sabia elección al delegar y transmitir confianza, la buena medición de los tiempos de reacción y la congruencia al dar una respuesta cuando la ocasión lo pide.
En suma, vivimos tiempos difíciles que nos piden equilibrio, realismo, grandes dosis de positividad y un sentido muy acentuado de pertenencia a un género humano que debe liderar un gran cambio civilizatorio con la vista puesta en la nueva realidad y en un futuro que, a todas luces, será mucho más prometedor a fuer de humano.