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Gestión de la incertidumbre

Hace relativamente poco un grupo de trabajo de la OMS listó las principales amenazas sanitarias que podía sufrir la humanidad e incluyeron una nueva: la Enfermedad X. Algunas revistas de divulgación científica lo comentaron. La X era como un interrogante. Se intuía que una enfermedad infecciosa podía aparecer y, a pesar de no poder determinar cuándo ni cómo pasaría, el grupo de expertos pedía hacer investigación e imaginar escenarios para cuando el brote se desatara. Estábamos avisados, lo sabemos ahora, pero no se reaccionó porque siempre pensamos el mundo siguiendo los parámetros establecidos y hacemos los posibles para alejar la mirada de la incertidumbre. Y tal vez el COVID-19 sea esa X y ahora nos toque vivir dentro del interrogante como si el presente fuera un remolino. Cuando la incertidumbre se ha convertido en nuestra cotidianidad, buscamos certezas como las de antes y, como no las encontramos, avanzamos diariamente a tientas. Por eso hemos querido reflexionar sobre cómo gestionar la incertidumbre. Pensar sobre cómo lo estamos haciendo y pensar de qué manera esta tarea inesperada nos puede ser útil. No hay aprendizaje mejor ahora que nos sabemos, nos guste más o menos, dentro de una fase avanzada de transición hacia el mundo de mañana.