Hacerlo desde casa: ¿derecho o deber?

Politóloga e investigadora predoctoral en el Centro de Estudios del Trabajo y la Vida Cotidiana del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Especializada en el análisis del impacto social de los datos y las nuevas tecnologías, ha colaborado con el Ayuntamiento de Barcelona, ​​el Gobierno Vasco y la Generalitat de Cataluña en proyectos relacionados con la inclusión social y la digitalización de servicios públicos.

Otra noche en la calle. Ya van dos, pero Khaled espera que esta sea la última. Con el estallido de la pandemia lo echaron de la tienda de alimentación donde trabajaba desde hace 5 años, y a pesar de haber presentado su presolicitud de paro ante el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) con ayuda de un amigo que regenta un locutorio, ya va camino de los siete meses sin ingresos y no tiene ninguna respuesta por parte de esta administración. Las oficinas están cerradas y los teléfonos comunican. Mañana tiene hora en el Casal de Barri del Besòs con unas chicas que dicen que ayudan a hacer trámites por internet con todas las administraciones, pero que la última vez que llamó tampoco tenían citas disponibles hasta dentro de un mes.

“He aquí lo que hemos llamado brecha digital y que, en un contexto de emergencia como la actual, se empeña en recordarnos que la clase social sigue siendo un factor determinante en la configuración de nuestras oportunidades vitales”

«Hacerlo desde casa» es una opción para aquellas personas que tienen casa, «hacerlo desde casa» es una opción para aquellas personas que dentro de su casa cuentan con los medios tecnológicos para hacerlo, y «hacerlo desde casa» es una opción para aquellos que saben hacerlo; he aquí lo que hemos llamado brecha digital y que, en un contexto de emergencia como la actual, se empeña en recordarnos que la clase social sigue siendo un factor determinante en la configuración de nuestras oportunidades vitales.

Según el Informe sobre la brecha digital en la ciudad de Barcelona durante el 2020, publicado por el Ayuntamiento de Barcelona y la Fundación BIT Habitat[1], un 62% de las personas encuestadas han incrementado el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en los últimos meses como consecuencia de la crisis sanitaria de la covid-19. El teletrabajo, la educación en línea y la administración electrónica son las actividades que han liderado este incremento que, por otra parte, ha sido ligeramente superior en las zonas de renta media, media-alta y alta -en el que solo un 24 % de las personas no pudieron teletrabajar- que en las zonas de renta baja o media-baja -en la que el porcentaje de personas que no pudieron teletrabajar asciende al 56% -.

“Otra cuestión no menos relevante en términos de igualdad de oportunidades sería saber quién ha asumido los costes de este incremento forzado en el uso de las TIC”

Este informe también señala que, en cuatro años, los hogares de renta baja han incrementado su nivel de conexión del 75 al 91%, reduciendo a solo 6 puntos la diferencia con los hogares de renta alta. A nadie se le escapa que una pandemia que ha hecho incrementar el porcentaje de teletrabajadores en el conjunto del Estado en 15 puntos, que ha forzado el cierre de los centros educativos durante cinco meses, dejando como única vía de seguimiento las clases on-line, y que ha hecho de la administración electrónica la única puerta de acceso a los servicios públicos por parte de la población, ha sido decisiva en la reducción de la barrera de acceso a la tecnología que señala el informe. Digitalizar o morir, diríamos. Ahora bien, otra cuestión no menos relevante en términos de igualdad de oportunidades sería saber quién ha asumido los costes de este incremento forzado en el uso de las TIC.

“Son muchas las empresas que, en el marco de la implantación del teletrabajo forzado por la covid-19, se están beneficiando de una reducción de costes fijos que, de manera más o menos espontánea, han trasladado a sus plantillas”

Blanca ha sido una de esas personas. Desde que comenzó la pandemia ya no va a la plataforma. Hace 11 meses que trabaja desde casa y ha tenido que ampliar los gigas de fibra contratada que, sumados al incremento que ha sufrido en la factura de la luz, cada vez le hacen más difícil llegar a fin de mes. No puede quejarse. Gerard, su marido, acaba de pasar un cáncer y es población de riesgo, pero como trabaja de autónomo para varias empresas de reparto, no ha podido dejar de exponerse al virus en ningún momento. Al menos ella está protegida. El otro día, en la reunión de equipo, estuvo tentada de preguntar a su supervisora ​​si la empresa tenía prevista la aprobación de algún bonus o ayuda para suministros de cara a los trabajadores, pero no lo acabó haciendo. Le dio miedo ser malinterpretada después de que les anunciaran que, a consecuencia de la covid-19, la empresa ha decidido llevarse la mitad de las campañas que se llevan desde su plataforma a una nueva sede ubicada en Eslovaquia.

No es un caso aislado. Son muchas las empresas que, en el marco de la implantación del teletrabajo forzado por la covid-19, se están beneficiando de una reducción de costes fijos que, de manera más o menos espontánea, han trasladado a sus plantillas; de una mayor disponibilidad horaria de sus equipos a cambio de darles más flexibilidad; y de una ampliación tácita de las jornadas de trabajo en detrimento del tiempo invertido en desplazamientos. Así lo confirman los datos del informe «El futuro del trabajo: del remoto al híbrido», recientemente publicado por el Capgemini Research Institute[2], y según el cual el 70% de las organizaciones empresariales considera que los aumentos de productividad de sus empleados durante el tercer trimestre de 2020, gracias a la reducción de los tiempos de desplazamiento, los horarios de trabajo flexibles y a la adopción de herramientas de colaboración virtuales eficaces, deberían mantenerse después de la pandemia.

“La sombra del heroísmo es larga, y si no intentamos revertir pronto la tendencia que «hacerlo desde casa» sea el eufemismo de «hazlo tú mismo», dejaremos muchas personas atrás”

Para conseguir este objetivo, sin embargo, la agenda empresarial, siempre innovadora, tira de clásicos: ampliar los límites de reclutamiento de talento para incluir una fuerza de trabajo fluida, como los trabajadores autónomos o los trabajadores independientes; fomentar el trabajo en equipo y la integración entre equipos, es decir, fomentar el control horizontal; e instalar infraestructuras digitales robustas para acelerar el trabajo digital y evitar las interrupciones, de otro modo conocidas como sistemas de control de cumplimiento. Ahora bien, un control de cumplimiento a domicilio y en contra pago con respecto a los suministros.

Cuando «hacerlo desde casa» deja de ser una opción para pasar a ser una obligación, de la que depende el ejercicio de derechos como el acceso a los servicios públicos, al trabajo o la educación, la clase social importa. Cuando dejamos de tener derecho a ser atendidos por los servicios públicos para pasar a asumir el deber de autogestionarnos nuestras solicitudes ante la administración; cuando dejamos de tener derecho a un trabajo digno en el que la empresa se haga cargo de proveer los medios de producción para convertirnos en proveedores de trabajo y capital; y cuando el derecho a ir a la escuela se sustituye por el autoconsumo de contenidos educativos en línea, se invierte la carga de la prueba en nuestras relaciones ciudadanas, laborales y educativas. No convertimos en héroes y heroínas todopoderosos y nos acercamos peligrosamente a otro clásico: el famoso «do it yourself».

Ya hace días que sabemos que no todos tienen las mismas oportunidades de base. Es más, si algo ha puesto de manifiesto esta pandemia es la fragilidad humana y la interdependencia social que nos caracteriza. De esta, solo podremos salir más unidas. Pero la sombra del heroísmo es larga, y si no intentamos revertir pronto la tendencia que «hacerlo desde casa» sea el eufemismo de «hazlo tú mismo», dejaremos muchas personas atrás. Incluso aquellas que, hoy en día, disfrutamos del privilegio de contar con la opción de «hacerlo desde casa».

 

[1] Ajuntament de Barcelona, BIT Habitat. Gener de 2021. La bretxa digital a la ciutat de Barcelona 2020. Disponible a: https://ajuntament.barcelona.cat/digital/ca

[2] Capgemini Research Institute. Gener de 2021. El futuro del trabajo: del remoto al híbrido. Disponible a: https://www.capgemini.com/es-es/news/informe-el-futuro-del-trabajo-del-remoto-al-hibrido/

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