Tres millones de tuits
«Me llamo Jenn Díaz y hace diez años sufrí violencia machista. No lo explico como víctima, sino como superviviente», se atrevió a contar en público la escritora y diputada de ERC. Lo hizo en el Parlament de Catalunya para dar visibilidad a esta lacra social, a este problema estructural que no entiende de clases sociales, orígenes ni profesiones. No ha sido la única que desde el último 8 de marzo se ha arriesgado a levantar la voz. El movimiento #Cuéntalo –impulsado en Twitter por la periodista Cristina Fallarás a finales de abril del 2018, a raíz de la injusta sentencia hacia los miembros de La Manada– desencadenó un clamor airado como el de Jenn Díaz. Miles de tuits denunciaban agresiones sexuales, violaciones brutales, asesinatos, vejaciones y miedo. Miedo a salir sola, a andar por lugares poco transitados, a vestir de manera provocativa. #Cuéntalo se convirtió en trending topic mundial en unas horas y las historias llegaron de numerosos países, entre ellos España, Argentina, México, Colombia o Chile.
Los archiveros Aniol Maria y Vicenç Ruíz –miembros de la Associació d’Arxivers de Catalunya– rescataron todo el contenido desde Twitter y lo preservaron, conscientes de que hoy la historia se escribe también en las redes sociales. Se pusieron en contacto conmigo para que publicara que habían recopilado 13 GB de denuncias de violencia machista. Pero a diferencia del #MeToo, aquí no había estrellas de cine ni famosas: eran voces de mujeres anónimas, de todas las edades y condiciones sociales que expresaban su dolor en 140 caracteres. Contacté entonces con el equipo de Fernando Cucchietti –jefe de datos y visualizaciones del Barcelona Supercomputing Center– para que nos ayudara a analizar los big data que había provocado la acción de Fallarás.
Relatos en primera persona
Así empezó el proyecto #Cuéntalo y ahora, tras ocho meses de trabajo conjunto, tenemos una imagen en tres dimensiones. En 14 días se recopilaron casi tres millones de tuits, de los cuales 790 mil eran de usuarias únicas, 160 mil eran tuits originales (se descartan retuits y me gusta) y unos 50 mil eran relatos en primera persona. Relatos como este: «Tengo 16 años y voy a una fiesta con mis amigas. Tomo un par de copas. Un chico abusa de mí mientras yo le suplico que se detenga. Lo explico, pero durante mucho tiempo pensé que era culpa mía por ir borracha. No nos callemos #Cuéntalo». También analizamos el contenido de diez mil relatos en segunda persona. Como este: «Tiene 54 años y está en coma porque su pareja llegó borracho a casa y la golpeó con un hacha. Lo explico yo porque mi tía no puede. #Cuéntalo».
Uno de cada diez tuits explican un asesinato; uno de cada siete, una violación; tres de cada diez, una agresión
Ahora sabemos que uno de cada diez tuits explican un asesinato (9,8%); uno de cada siete una violación (14%); tres de cada diez, una agresión sexual (28%); uno de cada seis un maltrato (15,7%), en uno de cada tres se habla de acoso (35,5%), en uno de cada tres se menciona el miedo a salir sola (29,5%). Desgraciadamente, los menores también fueron protagonistas: se explicaron más de 3.500 violaciones o agresiones sexuales a menores de 18 años. Y más de 1.000 a niños por debajo de los 12 años. Buena parte de estas historias se hacían públicas por primera vez y procedían de más de 60 países.
El análisis denuncia la violencia machista, pero también la falta de evaluaciones de políticas públicas. Recoge datos que responden a criterios divergentes de los organismos responsables, con lo que resulta muy complicado acertar con los protocolos y las medidas para proteger a las mujeres. Y las sentencias absolutorias de los últimos meses desaniman a la hora de recurrir a la justicia. No es cuestión de coger únicamente la punta del iceberg (la cantidad de mujeres asesinadas en manos de sus parejas), sino de visualizar la dimensión real.
Y es enorme, como ha quedado patente con el movimiento #Cuéntalo.